Las condiciones climáticas de la cosecha de 2020 desempeñaron un papel crucial en la formación de la calidad excepcional de los vinos de La Ribera del Duero. El viaje comenzó con un invierno suave y lluvioso, estableciendo las bases para un año prometedor. A medida que la primavera se desarrollaba, sus temperaturas moderadas estimularon un crecimiento vegetativo rápido, preludio de los prósperos viñedos que seguirían. Sin embargo, el verdadero carácter de la cosecha se reveló durante el cálido y seco verano que siguió, creando un entorno que desafió y enriqueció las uvas.
El verano, caracterizado por su calidez y aridez, retrasó significativamente la maduración de las uvas. Curiosamente, este efecto varió según los viñedos, siendo las viñas más antiguas, con raíces profundas, excepciones a la regla. En estos viñedos venerables, las uvas maduraron a un ritmo no afectado por la tendencia general, mostrando la resistencia y profundidad de las raíces.
La composición de uvas de esta cosecha notable consiste en un 100% de Tinto Fino proveniente de diversas localidades, como Villálvaro, Sotillo de la Ribera, Moradillo, Hontoria, Peñafiel, Quintana del Pidio, Anguix y Curiel de Duero. Estas ciudades, ubicadas en Burgos y Valladolid, albergan viñedos con una altitud promedio que oscila entre 850 y 900 metros. Las vides, con edades comprendidas entre 35 y 100 años, son testigos de las tradiciones vitivinícolas de larga data mantenidas en la región.
El proceso de envejecimiento contribuye aún más a la complejidad del vino. Después de la cosecha, el vino pasa meticulosamente 460 días en barricas de roble francés. Es importante destacar que el 15% de la mezcla final experimenta la conversión maloláctica durante su primer año en roble francés, agregando matices sutiles al perfil general. Esta artesanía cuidadosa y atención al detalle, tanto en la selección de uvas como en el envejecimiento, resulta en un vino que refleja el terruño único de La Ribera del Duero y las condiciones climáticas que dieron forma a la cosecha de 2020.
https://dev.vinopremier.com/en/vino-tinto-tintafina-magnum.html14873Vinos Tinto Tintafina MagnumLas condiciones climáticas de la cosecha de 2020 desempeñaron un papel crucial en la formación de la calidad excepcional de los vinos de La Ribera del Duero. El viaje comenzó con un invierno suave y lluvioso, estableciendo las bases para un año prometedor. A medida que la primavera se desarrollaba, sus temperaturas moderadas estimularon un crecimiento vegetativo rápido, preludio de los prósperos viñedos que seguirían. Sin embargo, el verdadero carácter de la cosecha se reveló durante el cálido y seco verano que siguió, creando un entorno que desafió y enriqueció las uvas.
El verano, caracterizado por su calidez y aridez, retrasó significativamente la maduración de las uvas. Curiosamente, este efecto varió según los viñedos, siendo las viñas más antiguas, con raíces profundas, excepciones a la regla. En estos viñedos venerables, las uvas maduraron a un ritmo no afectado por la tendencia general, mostrando la resistencia y profundidad de las raíces.
La composición de uvas de esta cosecha notable consiste en un 100% de Tinto Fino proveniente de diversas localidades, como Villálvaro, Sotillo de la Ribera, Moradillo, Hontoria, Peñafiel, Quintana del Pidio, Anguix y Curiel de Duero. Estas ciudades, ubicadas en Burgos y Valladolid, albergan viñedos con una altitud promedio que oscila entre 850 y 900 metros. Las vides, con edades comprendidas entre 35 y 100 años, son testigos de las tradiciones vitivinícolas de larga data mantenidas en la región.
El proceso de envejecimiento contribuye aún más a la complejidad del vino. Después de la cosecha, el vino pasa meticulosamente 460 días en barricas de roble francés. Es importante destacar que el 15% de la mezcla final experimenta la conversión maloláctica durante su primer año en roble francés, agregando matices sutiles al perfil general. Esta artesanía cuidadosa y atención al detalle, tanto en la selección de uvas como en el envejecimiento, resulta en un vino que refleja el terruño único de La Ribera del Duero y las condiciones climáticas que dieron forma a la cosecha de 2020.https://dev.vinopremier.com/media/catalog/product/v/i/vino-tinto-tintafina-vinopremier_1.jpg48.3outofstock48.339.91735437190100000https://dev.vinopremier.com/media/catalog/product/v/i/vino-tinto-tintafina-vinopremier_1.jpg/Default Category/Default Category/Wines/Default Category/Wines/Denominations/Default Category/Wines/Red wine/Default Category/Wines/Grape varieties/Default Category/Wines/Denominations/DO. Ribera del Duero/Default Category/Wines/Grape varieties/Fine red2023-11-14T14:04:24+0000
Las condiciones climáticas de la cosecha de 2020 desempeñaron un papel crucial en la formación de la calidad excepcional de los vinos de La Ribera del Duero. El viaje comenzó con un invierno suave y lluvioso, estableciendo las bases para un año prometedor. A medida que la primavera se desarrollaba, sus temperaturas moderadas estimularon un crecimiento vegetativo rápido, preludio de los prósperos viñedos que seguirían. Sin embargo, el verdadero carácter de la cosecha se reveló durante el cálido y seco verano que siguió, creando un entorno que desafió y enriqueció las uvas.
El verano, caracterizado por su calidez y aridez, retrasó significativamente la maduración de las uvas. Curiosamente, este efecto varió según los viñedos, siendo las viñas más antiguas, con raíces profundas, excepciones a la regla. En estos viñedos venerables, las uvas maduraron a un ritmo no afectado por la tendencia general, mostrando la resistencia y profundidad de las raíces.
La composición de uvas de esta cosecha notable consiste en un 100% de Tinto Fino proveniente de diversas localidades, como Villálvaro, Sotillo de la Ribera, Moradillo, Hontoria, Peñafiel, Quintana del Pidio, Anguix y Curiel de Duero. Estas ciudades, ubicadas en Burgos y Valladolid, albergan viñedos con una altitud promedio que oscila entre 850 y 900 metros. Las vides, con edades comprendidas entre 35 y 100 años, son testigos de las tradiciones vitivinícolas de larga data mantenidas en la región.
El proceso de envejecimiento contribuye aún más a la complejidad del vino. Después de la cosecha, el vino pasa meticulosamente 460 días en barricas de roble francés. Es importante destacar que el 15% de la mezcla final experimenta la conversión maloláctica durante su primer año en roble francés, agregando matices sutiles al perfil general. Esta artesanía cuidadosa y atención al detalle, tanto en la selección de uvas como en el envejecimiento, resulta en un vino que refleja el terruño único de La Ribera del Duero y las condiciones climáticas que dieron forma a la cosecha de 2020.